Cuando hablamos de Justicia Restaurativa nos referimos a un modelo o paradigma de justicia que se encuentra en constante transformación, un concepto dinámico que se va nutriendo y consolidando en base a distintas “prácticas restaurativas” que se implementan en distintos países del mundo diariamente.
Contenidos
Introducción
Para abordarlo podemos utilizar dos conceptos centrales que nos ayudarán a comprender su alcance. El primero, tiene su origen en la “Oficina de Naciones Unidas, en contra del Delito y la Droga” (Viena 2006), y afirma que la justicia restaurativa es una respuesta evolucionada al conflicto o al delito en el caso del universo penal, que respeta la dignidad y la equidad de las personas, construye comprensión y promueve la armonía social a través de la sanación de las personas afectadas por el conflicto.
El segundo pertenece al plano local y corresponde a la Dra. Karina Battola, quien define a la justicia restaurativa como un modelo de justicia que propone una respuesta diferente frente a la sanción punitiva, frente al daño producido por una conducta socialmente reprochada y configurada como delito. A su vez, este modelo de justicia tiene la virtud de buscar la sanación de los protagonistas mediante la posibilidad de “reapropiación” de su conflicto.
LA JUSTICIA DE LAS TRES R.
Dadas las características ordenadoras de este paradigma, muchos autores sintetizan la justicia restaurativa como “la justicia de las tres R”; toda vez que va centrarse en primer lugar en la Reparación del daño, pero también lo hará enfáticamente sobre la Responsabilidad del ofensor y por último trabajará sobre la Reconexión o Restablecimiento de esa convivencia que se ha visto alterada por el conflicto.
De lo expuesto, puede deducirse la gran distancia que existe entre el modelo de justicia restaurativa y el modelo de justicia que nos rige en la actualidad, es decir, el de justicia retributiva. Este último, centra sus esfuerzos principalmente en el castigo del ofensor, sin focalizar en la reparación del daño, ni en la necesidad de las víctimas de abordar el tratamiento del conflicto acorde a su sentir.
EL ROL DE LAS PARTES EN EL ABORDAJE DEL CONFLICTO.
Lejos de ofrecerles un rol protagónico en su resolución, la Justicia Retributiva relega a los actores principales a un plano secundario, supliendo su participación y desconsiderando el proceso emocional que atraviesan sus protagonistas. Este paradigma de justicia ha demostrado su fracaso durante siglos, con sólo mirar las estadísticas delictuales podemos descubrir que los altos índices de reiterancia y reincidencia delictiva son reflejo del abismo que existe entre la realidad y el espíritu “resocializador” de la pena.
EL DELITO COMO OPORTUNIDAD
Frente al paradigma de justicia retributiva violento, vetusto y de anunciado fracaso, aparece este nuevo paradigma esperanzador.
Para demostrar que la justicia restaurativa no es una entelequia que quedará en el plano de las ideas, sino que se trata de una metodología con gran arraigo territorial, podría citar las experiencias registradas en Lomas de Zamora, San Isidro y San Martín en Provincia de Buenos Aires. Neuquén también podría dar cuenta de ello. Pero tomaré un ejemplo vertido por Eduardo Germán Bauché y Mariela Isabel Prada en su libro “Diente de León, teoría y metodología de la Justicia Restaurativa desde la práctica cotidiana”, donde cuentan (entre muchísimos otros casos), la historia de Francisco y Lucas.
En el relato, Francisco se dirigía a trabajar junto a su familia en su camioneta, cuando se vio abordado por varias personas. De manera muy violenta, revisan todas las pertenencias de su esposa, e intentan apoderarse del vehículo. Francisco reconoce a uno de ellos, por ser el hijo de una clienta de la feria en la que trabaja. El personal policial, momentos después del robo atrapó a un sujeto reconocido por la víctima como uno de los autores. El joven detenido resultó ser Lucas, un adolescente de 16 años, quien fue imputado en el fuero de responsabilidad penal juvenil en orden a un hecho típico calificado como robo doblemente agravado por el empleo de arma de fuego, en concurso ideal con robo agravado por ser cometido en lugar poblado y en banda. Lo cierto es que, en la investigación penal preparatoria, el defensor oficial asistió a Lucas, que estaba en libertad. El agente fiscal imputó el hecho que calificó anteriormente. La defensa, entendió pertinente derivar el caso al Área de Mediación para abordar el conflicto desde allí. En este caso puntual, se mantuvieron entrevistas individuales con cada una de las partes, es decir, con Francisco y Lucas. Se proyectaron objetivos a corto y mediano plazo. Ambos aceptaron participar. En el caso de Lucas, se trabajó con su progenitora en la toma de conciencia del acto disvalioso y en la importancia de hacerse responsable de sus consecuencias. Se llegó a que, tanto él como su madre, pudieran reprocharse la conducta desplegada y sacar conclusiones que subyacen al hecho penal en sí, fortaleciendo aspectos de la relación.
Al momento de celebrarse la audiencia de mediación, Francisco fue el primero en exponer. Comenzó por relatar detalladamente las circunstancias del caso, desde los perjuicios materiales, hasta hacer hincapié en los miedos que día a día enfrenta junto a su familia por la vivencia de un hecho tan violento. Pudo compartir parte de su historia de vida, contando el esfuerzo que hace para mantener a su familia. Lucas al escuchar a su semejante se conmovió, y en la audiencia necesitó contar a la sociedad qué fue lo que lo llevó a pertenecer a un grupo de personas que no lo representaban en valores ni costumbres. Pudo exponer entre llantos, que su hermano se había suicidado y que su madre, ante semejante pérdida, se había dedicado a concurrir a distintos grupos del dolor, sin percibir que a Lucas el dolor también lo atravesaba y oprimía. Explicó en qué consistió su accionar, pidió perdón por todo lo ocasionado y comenzó a resaltar valores de la víctima: “usted es un buen tipo”, dijo Lucas. Su madre ofreció una reparación económica a la víctima por el daño causado. Francisco aceptó las disculpas, manifestó su conformidad sobre lo acordado y prestó su conformidad para que el fiscal -que detenta la acción pública- aplique la mínima intervención penal, los criterios de oportunidad y archivo, desistiendo del proceso oportunamente iniciado contra el joven.
Al salir de la audiencia, Francisco, Lucas y su madre, regresaban al vecindario donde conviven. Francisco dice: “¿Están a pie? Los alcanzo en mi camioneta”.
CONCLUSIÓN
Podría derramar ríos de tinta visibilizando historias donde la forma de abordar el conflicto radica en prácticas restaurativas con resultados tan beneficiosos para la sociedad como el ejemplo citado. Es fundamental contar con operadores de justicia que tengan la sensibilidad de percibir cuando estamos en presencia de vivencias como la de Francisco y Lucas, donde se decidió frenar con la cadena de violencia de una forma acorde a las necesidades de las partes. Otorguemos la palabra a los protagonistas, generemos espacios de diálogo y contención. Confiemos en propuestas nuevas.
La consecuencia de un proceso restaurativo de estas características es un índice ínfimo en la reiterancia delictiva. Porque hubo una comprensión cabal del acto disvalioso que generó la necesidad de reparar el daño. La justicia retributiva no ha podido demostrar su eficacia para disminuir los índices delictivos. Sólo ha demostrado responder al acto criminal con medidas de igual torpeza.
El dolor que no se transforma, se transfiere. La propuesta de este artículo sigue esa frase, invita a pensar el delito como una posibilidad de transformación social sensata, donde puedan nacer acciones positivas de la traumática experiencia. Si la cárcel ha demostrado su fracaso, si el sistema penal violento y estigmatizante ya no ofrece respuesta, bienvenida sea la Justicia Restaurativa, la experiencia y sensibilidad de los protagonistas del conflicto y por supuesto, el compromiso estatal para la capacitación de agentes y operadoras que puedan abordar de manera adecuada la problemática que se presenta en sus oficinas.
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Abogado egresado de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Córdoba. Mediador. Miembro de la Asociación Pensamiento Penal y del Colectivo Víctimas por la Paz.
excelente
Gracias por tu comentario Zaida 🙂
Asi de cortito, Excelente, claro muy claro!
Hola Liliana, muchas gracias por tu comentario!
Me ha parecido un artículo excelente, donde subyace la solidaridad por el ser humano que puede ser capaz de comprender las acciones ilegales del semejante.
Muchísimas gracias por tu aporte Carmen, saludos! 🙂
Excelente, me sirvió muchísimo. Estoy viendo el tema en Etica y Práctica Profesional, al final de la carrera de Abogacía. Muchas gracias.
Nos alegramos mucho Mariano!, el blog es justamente creado con ese fin 🙂 un saludo!
DR EXCELENTE ARTICULO, MEHA SERVIDO PARA ENTENDER DEQUE SE TRATA ESTE NUEVO PARADIGMA EN NUESTRA JUSTICIA. YA QUE SOY ESTUDIANTE DE ABOGACIA EN LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE LOMAS DE ZAMORA Y TENGO QUE EXPONER SOBRE EL TEMA DE LA JUSTICIA RESTAURATIVA, LE SOLICITO PERMISO PARA UTILIZAR ALGUNAS DE LAS IDEAS QUE USTED PLASMO EN ELARTICULO.. LO SALUDA FACUNDO SAN MARTIN.
la verdad es que es muy interesante,yo lo venia escuchando pero crei que jamas se podria llegara implementar,es una sana salida a las cuestiones delictivas en lugar de andar llenando las carceles donde se crean mas delincuentes y terminan sufriendo solo los familiares de los detenidos y se crea el argumento justo para seguir aumentando los gastos publicos porque hay que mantenerlos a los presos en la carcel,no es que los metes ahi y te olvidas,creas vagos y encima le pierden el miedo a la carcel y se la pasan delinquiendo.ahora con este tema de la violencia de genero meten en cana a mucha gente trabajadora por medio de falsas denuncias para quitarles los bienes personales donde pierden casas autos y a veces pierden hasta la familia porq mama y papa encuentran separados y se cambian las parejas.ya que hay lenguaje inclusivo podriamos tener una justicia mas inclusiva en terminos de bajar las tasas delictivas